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El Mallorca ha pedido a los periodistas que permanecían en Son Bibiloni que abandonaran el recinto, que se estaba celebrando allí una reunión privada entre el jefe y sus trabajadores y que ya serían informados al día siguiente, porque hoy no habría ni declaraciones ni decisiones.

Me parece alucinante. He asistido a reuniones en el Lluís Sitjar que se han prolongado hasta pasadas las tres de la madrugada y jamás a nadie se le ocurrió privarme de la libertad de estar al pie del cañón haciendo mi trabajo. Sin duda es un buen momento para acordarse de los bocadillos que le sacaba Michael Blum a la prensa cuando estaba en la oposición.

A todo esto, sigue Claassen escuchando a los jugadores, a los que va recibiendo uno a uno. Aún quedan varios en el estadio, y después será el turno del cuerpo técnico, porque Miquel Soler lleva horas en Son Bibiloni esperando un veredicto. Puede pasar cualquier cosa, pero este esperpento deja en nada lo que se le hizo el año pasado a Oltra. Futboldesdemallorca