Trofeo Conde de Godo ; El «dios» Nadal supera a un creyente Zeballos y se mete en la final del Godó

29 abril 2017 | Por lorenzo | Categoria: Polideportivo

C-mBfcsXcAAZD9iVence por 6-3 y 6-4 y este domingo buscará su décimo título en Barcelona.urray cae en su propia trampa ante Thiem y se pierde la final del Godó

Que linda tarde! Perdi si! Pero que bien la pase! Me queda este recuerdo hermoso. Gracias Rafa!!! Que linda fiesta!!

 

Otros años hubiera dado igual: en Roland Garros, Rafael Nadal apareció sano y dolorido, invicto y vencido, y se marchó con una celebración, casi siempre celebró. En su quinto título en París, en 2010, por ejemplo, ya arrastraba la lesión de rodilla que se exageraría después. En su último título, en 2014, otro ejemplo, superó al mejor Novak Djokovic pese a perder contra él antes en Roma. Pero este año todo es diferente. Las dos decepciones consecutivas en ‘su’ Gran Slam, una racha que nunca había sufrido -su carrera tiene estas exageraciones- , reclaman ahora un camino impoluto.

Para alcanzar su décimo cetro en Roland Garros, Nadal necesita olvidar dolencias y dudas y llegar en las mejores condiciones a la Philippe-Chatrier. Por eso después de levantar su décimo título en el Masters 1000 de Montecarlo y antes de enfrentarse a los Masters 1000 de Roma y Madrid que históricamente le han exigido más, es imprescindible para él marcharse de Barcelona al máximo nivel físico y con su décimo Trofeo Conde de Godó. Y, de momento, ambas premisas están a salvo.

«Un selfie», le reclamaba el argentino justo al acabar el encuentro y así resumía la placidez que Nadal se encontró: más que contra él, luchó con el viento. El potente servicio que posee el argentino fue problema por las condiciones meteorológicas, pero recuperada este curso cierta altura en la derecha del español, el juego de Zeballos quedó desarticulado. Aquellas vacilaciones que llevaron a Nadal a perder contra él en la final del torneo ATP 250 de Viña del Mar en 2013 nunca aparecieron.

Si en la previa, Zeballos le llamó «dios» y confesó que se le pone «la piel de gallina» cuando se cruza con en los vestuarios; durante el encuentro Nadal ejerció como esa divinidad, qué iba a hacer si no. «La victoria tiene valor porque no he jugado muy bien y las condiciones eran complicadas. Además del viento, hacía frío, la pista estaba pesaba y la bola, como una piedra. Había que tener capacidad, confianza, para asumir esas dificultades», confesó el español que en la final este domingo se hallará, por primera vez esta semana, con todo un Top 10: Dominic Thiem.

Es el austriaco un tenista de enorme talento que, a sus 23 años, aún requiere maduración. Apenas conoce las fases decisivas de los grandes torneos y sólo dos competiciones ATP 500, Acapulco 2016 y Río de Janeiro 2017, embellecen su palmarés. Sus muchas aptitudes, «muy buen revés, muy buen saque, y muy buena derecha», como otorgó Nadal, quedan a veces anuladas por una mentalidad nerviosa y, por ello, pese alcanzar hace un año el séptimo puesto del ranking todavía no ido más allá. Pero su peligro es indudable, más en tierra batida. Semifinalista en el pasado Roland Garros y cuartofinalista en Roma, ha ganado torneos ATP 250 sobre arcilla como Niza, Buenos Aires o Gstaad además de Río de Janeiro y, sobre todo, ha vencido en esta superficie al propio Nadal y a Roger Federer.

Por eso ayer sorprendió la actitud de Andy Murray ante él. El número uno, que ya avisó que utilizaría el Godó como entrenamiento, apareció en la pista demasiado tranquilo y, aunque luego buscó el remedio, se quedó sin final al caer por 6-2, 3-6 y 6-4.

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