El durísimo coste de un descenso a Segunda División B

25 abril 2017 | Por lorenzo | Categoria: Real Mallorca

mallorcaHoy publicamos en EL MUNDO el durísimo coste que le supondría al Mallorca un descenso a Segunda B. En todos los órdenes es un desastre. Al club le tocará reinventarse y, esta vez sí, comenzar desde cero.

Un descenso a Segunda División A es una ruina, pero  bajar a Segunda División B supone una debacle absoluta que provocará un terremoto sin precedentes en la estructura del Real Mallorca. No sólo peligran muchos de los más de 70 puestos de rabajo fijos que existen en el club -sin contar jugadores-, sino que además será necesario hacer frente a una reducción drástica del presupuesto para afrontar una categoría que no entra ni siquiera en la órbita del fútbol profesional español. El Mallorca, campeón de Copa en 2003 y finalista de la Recopa en 1999, saldrá de la tutela de la LFP para formar parte del pelotón de 80 equipos que pelearán por conseguir una de las cuatro anheladas plazas de ascenso.

Redimensionar el club a todos los niveles será la primera tarea que deberán afrontar los dirigentes. Entre los empleados existe el convencimiento de que van a presentar un ERE que afectaría a un elevado porcentaje del personal con nómina, tanto los que trabajan en Son Moix como los que lo hacen en la Ciudad Deportiva Son Bibiloni. El futuro tanto de la Fundación como de la propia cantera está también en el aire, pero en cualquiera de los casos si siguen en funcionamiento será con una estructura muy inferior a la actual.

En Segunda División B un club poderoso, con ambiciones de ascenso, se mueve en torno a los cinco millones de euros de presupuesto. Es una fortuna en una categoría en la que la mayoría de equipos rozan el millón de euros o están incluso por debajo. El Racing de Santander, líder del Grupo I, ha presupuestado esta temporada 4,7 millones de euros. Ese parece ser el tope en una categoría que carece de ayudas por televisión y que, por supuesto, no atrae a demasiados patrocinadores. Los ingresos deben salir básicamente de las taquillas y carnés de abonados, como en el fútbol de antaño.

El Mallorca, que este año maneja un presupuesto de 11 millones de euros, de los que 5,5 se destinan a la plantilla profesional, deberá meter la tijera de forma radical y dejarlo en menos de la mitad. Y eso, en el escenario más optimista. Con aproximadamente 5 millones de euros deberá hacer frente a todos los gastos que genere el club, que no son pocos porque antes de comenzar 2018 hay que liquidar el último pago del convenio a los  acreedores ordinarios(6,5 millones) y el plazo anual a la Agencia Tributaria (1,5 millones). Por supuesto será imprescindible que Sarver efectúe una ampliación de capital.

En jugadores el club no podrá invertir más allá de los dos millones de euros, cantidad que por otro lado es muy alta desde el prisma de la Segunda División B (el Atlètic Balears, con Bartolomé Cursach, se gastó 1.100.000 euros en el proyecto que estuvo a punto de llevarle a Segunda A). El número máximo de fichas permitidas en la categoría es de 22, y seis de ellas deben corresponden obligatoriamente a futbolistas sub-23. No habrá problemas para llegar a ese cupo, ya que mayoritariamente el Mallorca se nutrirá de su filial, que por supuesto, arrastrado por el descenso, volverá a Tercera División.

Está por ver, por otro lado, que sucederá con la actual plantilla, sobre todo con los jugadores con contrato en vigor. El Mallorca está obligado a asumirlo, en este caso sin ningún tipo de ayuda. Podría tratar de despedirlos por vía laboral, pero en ese caso chocaría con la AFE y sería peor el remedio que la enfermedad. Lo más probable es que amistosamente Maheta trate de resolver todos los compromisos ofreciendo por supuesto la carta de libertad a coste cero y tratando de obtener algún dinero por los jugadores con mayor cartel, como puede ser el caso -casi el único- del mallorquín Brandon.

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