Sports De Ca Nostra

No vamos a caer en la tentación de valorar la actuación del Mallorca ni exponer conclusiones sobre su futuro perfil. Ni siquiera vamos a establecer comparaciones sobre lo que ha hecho Miquel Soler, mayormente con Pep Alomar, que es poco y lo que corresponde a Karpin, que es nada. Este tipo de análisis llegará a finales del mes de octubre, cuando el equipo empiece a tomar cuerpo para bien o para mal.

Partiendo de esta base, nos limitaremos a lecturas sesgadas y puntuales que incluso pueden parecer inconexas, lo sean o no. Pero, por encima de todo, dedicaremos unas líneas a glosar el espíritu y la calidad de un jugador, Joao Víctor, resucitado de su propia muerte futbolística. Vilipendiado en un principio por los mismos que le descubrieron más tarde, justo antes de la lesión que casi acaba con su carrera.

El brasileño, aún joven y con tiempo por delante, nos obsequió con un gol que, por sí mismo, valía la entrada que nada menos que tres mil socios rechazaron utilizar. Las cifras, por muy inesperadas que sean, causan risa y vergüenza no ajena, si las comparamos con las que a estas alturas ya han contabilizado rivales como Betis, Las Palmas u Osasuna.

No es mala noticia  que ni uno solo de los consejeros de la SAD se dignara pasar por el estadio. Sería mejor que no lo hicieran nunca más, por extraño que resulte que presida el manager general, mientras el director deportivo se va a la grada y Nunes y Martí se sientan en el palco.

Resulta mucho peor que tres accionistas no acudan a una reunión en desacuerdo con la decisión que presumen que se va a tomar, cuando sus compañeros de Consejo han sido representados a las duras y las maduras.

Son detalles que indican claramente y por desgracia que, pese al apoyo del escaso público presente en Son Moix, la estrategia para zancadillear a Aouate hasta donde sea posible ya se ha puesto en marcha. Y quien avisa no es traidor. Vienen días y campañas muy duras, que ya han comenzado. Al margen, el Mallorca necesita cuatro refuerzos ya mismo. La liga queda a nueve días.

Alejandro Vidal Diario de Mallorca