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Tres millones de euros se lleva el presidente del Real Mallorca, Biel Cerdá, de Dudu Aouate por venderle sus acciones y marcharse con viento fresco. Más que un puente de plata el israelí le ha puesto a Cerdá un acueducto de platino. Es un escándalo que se lleve tanto dinero cuando ha desarrollado una gestión indigna, innoble, traicionera y que ha hecho un daño enorme a la institución decana.

A todas luces las acciones de Cerdá no valen tanto dinero. Todo lo contrario. Debería de pagar para reparar el daño causado. La inversión realizada por Aouate no debe entenderse como una apuesta por adquirir el máximo de propiedad posible de esta sociedad deportiva. Su paso adelante va mucho más allá. Ha sacado dinero de debajo de las piedras para quitar a Cerdá de su vista, para conseguir una estabilidad interna que era imposible con la presencia del controvertido pollencí con mando en plaza en la planta noble de Son Moix.

Pero lo más importante es que el Real Mallorca inicia, por fin, un nuevo rumbo, más serio, más profesional y mucho menos supeditado a veleidades personalistas que han llevado al club a la situación más baja y debilitada en décadas. El Real Mallorca no se merece a personajes como Cerdá, que ni piensan en la institución y su gran historia ni mucho menos en la sacrificada masa social bermellona.

Por tanto, hay que alegrarse porque Cerdá ponga tierra de por medio. La pena es que lo haga con los bolsillos forrados de dinero marchándose como un ganador al que le sonríe la suerte y al que le dan lo que sea con la condición de que se borre del mapa.

Oajlá comience ahora la recuperación del Real Mallorca y su reinicio del camino hacia la reconquista de la Primera División. Es un camino duro, pero esperanzado ahora que el pollencí ahueca forrado hasta las orejas.

Autor: mallorcadiario.com