Día triste en el ciclismo pitiuso; 200 Ciclistas con ´Maillots´ teñidos de luto escoltan el coche fúnebre de Bartolo Planells

4 enero 2014 | Por lorenzo | Categoria: Polideportivo

123167  El día que enterraron a Bartolo Planells Sáez (Sant Antoni de Portmany, 10 de agosto de 1972 – 1 de enero de 2014) disfrutó de una temperatura ideal para montar en bicicleta. Impropia del invierno. Un calor primaveral despidió a un portmanyí que vivió gran parte de sus 41 años soñando con velocípedos. De montaña, ya que prefería el marrón y revirado sendero al gris y rectilíneo asfalto. Se contagió de ciclismo desde que, siendo un chiquillo de seis o siete tacos, comenzó a ver cómo rodaba su hermano Juanjo en una bici tras haberse hecho ficha con el Club Ciclista Sant Antoni en una época, finales de los años 70, donde el fútbol era casi dictadura de Portinatx a ses Salines.

La tarde del sepelio de Bartolo Planells dos centenares de ciclistas –de todos los clubes, de todas las edades– acompañaron al coche fúnebre desde ses Païsses hasta la iglesia sanantoniense. Maillots teñidos de luto para recordar al hombre que creyó posible el sueño de guardar las esencias del deporte, la naturaleza y el turismo en un solo tarro que embelleciera a su isla natal. Pedaladas en silencio mientras se subía el Carrer Ample, los vecinos y comerciantes de la cuesta desde la que creció Sant Antoni apostados en los portales, sepulcralmente callados, las caras largas y pétreas.

Pocos minutos antes del último adiós a Bartolo Planells, su hermano Juanjo, en cabeza, seguido por las camisas naranjas de los corredores del CC Sant Antoni, coronó el último repecho que el pequeño de Can Faritseu ascenderá delante de un pelotón. Un aplauso rompió el mutismo. El de los amigos acumulados durante las 24 vueltas cicloturistas que organizó por los caminos y carreteras ibicencos. El de gente de disciplinas ajenas como el rugby (Jason Harvey) o el balompié (Nacho Andrés) con los que colaboró en proyectos comunes, ya que a Barto igual le daba siempre que hubiera deporte de por medio. Valía para rotos y descosidos.

Las lágrimas de su generación
Mientras entraba en el templo el ataúd con los restos de Bartolo Planells, lloraron muchos otros que le conocían por su labor empresarial al frente del Florencio, un hostal fundado por su familia hace tres generaciones. Cariacontecidos se quedaron los rostros de varios paisanos de su quinta, como el de Agustín Ribas, presidente del Motoclub Formentera i Eivissa y uno de los que portó el féretro, incapaces de explicar cómo el cáncer puede mandar a la tumba a alguien con media vida por vivir en el tintero.

Observando la última etapa de Bartolo Planells, en las conversaciones de los presentes se filtró la «incoherencia» de que las Pitiüses lleven tanto tiempo sin contar con una unidad de radioterapia en sus hospitales. El objetivo era recordar a algún ausente: solo en Sant Antoni han sido varios los que han muerto en los últimos días por culpa de «esa plaga». Habrá que esperar hasta el próximo diciembre (un año más) para que el nuevo Can Misses inaugure un módulo que, gestionado por una concesionaria privada, deberá evitar muchas molestias y salvar más de una vida.

Vocación de organizador
Tras darle el pésame a la familia Planells Sáez y a su pareja, Marga Torres, por la marcha de Bartolo, en caso de que alguien hubiera querido pedir cuentas por esa histórica carencia sanitaria lo habría tenido fácil. Políticos, cargos y excargos públicos, populares y socialistas por igual, acudieron a Sant Antoni para despedir a un hombre con el que colaboraron activamente, al tipo que siempre les convencía para que apoyaran sus ideas.

El secreto de su don de gentes lo guardaba el Faritseu petit tras esa sonrisa del niño que supo que no iba a ser ni Hinault ni Fignon e hizo todo lo posible para que a la isla vinieran grandes campeones, de Indurain a Olano, de Chiappucci a Escartín o Beloki. Pugnó duro para que nadie, residentes o turistas, se quedara sin descubrir sobre dos ruedas los rincones más perdidos y bellos de Ibiza. Para pedalear en horas tan soleadas como la tarde de su entierro, su última carrera.
Diariodeibiza

Comentarios cerrados