Sports De Ca Nostra

Como si del día del orgullo mallorquinista en Barcelona se tratara, centenares de culés y madridistas plegaron ceremoniosamente las camisetas de sus equipos para dejarlas en el armario, desempolvaron la del Mallorca, se la pusieron con orgullo y se pintaron de rojo la cara para ir al Mini. Sí, al Mini. Muchos de nuestros chicos en las residencias para universitarios y pisos de estudiantes descubrieron que eran barralets. La noche anterior habían reunido a familiares y amigos para dar el paso más importante: hacer pública su condición y continuar con orgullo, salir a la calle blandiendo la bandera del dimonió en arcoiris.

El mallorquín es diplomático por naturaleza. Casi todos son del Barça y del Mallorca, del Madrid y del Mallorca o del Baleares, hasta hay algunos que son del Atleti. En la Feria de Abril te puedes encontrar con gente del Betis, del Sevilla (y del Mallorca) o del Málaga. El mallorquín que no haya tenido que enfrentarse a esta situación,

—Si el Mallorca juga contra el Barça, tu amb qui vas?

—Evidentment—, mientras se rasca la barba y mira al horizonte— vaig amb qui més ho necessiti.

no es mallorquín.

Así que con este buen rollito me fui al fondo del Mini, con los Supporters B (la cosa iba de filiales) y los FDS. La camaradería reinaba porque como todos éramos mallorquines te llenabas la boca con los ‘gracis’ i los ‘au idò’. Era como si supieras que te iban a mirar con los ojos brillando. Se ve que los allí reunidos hicieron algo de ruido porque un amigo catalán que también estuvo allí me dijo que la del Mallorca ha sido la afición que más ruido ha hecho en toda la Liga. En el Mini.

Lo mejor de aquel sector de gente con resaca de la noche anterior, más allá de cantarle a Thor, el lateral derecho del Barça B, “rubia de bote, chocho morenote”, fue el sector de animación femenino. El personaje que se sentaba a mi derecha dijo, con una calma casi profesional: “eh, no mos feim una idea de ses ties que tenim a Mallorca”. A veces decimos frases que podrían pasar a la historia mientras vemos un partido de fútbol.

El gol dio paso a la locura, nunca salir del armario y declararse mallorquinista había dado paso a tal frenesí. Un joven, presumiblemente de Algaida, se giró hacia la afición (la del Mallorca) y gritó: ¡Ja tornareu a xerrar malament de’n Víctor, cagondeu! Cuando te traen a Barcelona un Serverense vs Campos debes ser necesariamente feliz porque nos gustan nuestras cosas cuando estamos fuera. Una amiga se ha llevado a su piso 48 botellas de Laccao.

Y así pasó el partido, porque lo bueno de los partidos de Segunda es que tampoco hay mucho que contar. Mención especial al fotógrafo de origen asiático del Diario de Mallorca, Tooru Shimada, a quien la grada confundió con uno de los mejores delanteros del Mallorca contemporáneo: Yoshito Okubo. Hubo quien le pidió el peto. Otros con más visión de mercado le pidieron la cámara. Yo lo saludé como quien saluda a un colega de profesión y no me reconoció. Educado, me devolvió el saludo y me preguntó algo vago, como para escurrir el bulto:

—¿Qué tal?

Así que yo, que ya era consciente que él no tenía ni la más mínima idea de quién podía ser, le pregunté algo muy estúpido pero que venía al pelo:

—¿Has hecho muchas fotos?

No me entendió, me enseñó la cámara y la escondió. Me quedé con la sensación de haber tenido una conversación vacía, me planteé el sentido de mi vida y bajé las escaleras del vomitorio con la cabeza gacha, pensativo.

Todos contentos con la victoria del Mallorca. Volver al piso o a la resi y esconder la camiseta del Mallorca. Hay Champions. Celtic de Glasgow.
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