Sports De Ca Nostra

A veces los entrenadores pecan de inmovilismo. Tienen una idea y la llevan hasta sus últimas consecuencias, aunque no dispongan de los jugadores necesarios para ejecutarla. Oltra, en cambio, ha sabido tener la cintura suficiente como para modificar sus parámetros iniciales. Y de eso se ha beneficiado el equipo, que ha sumado 10 de los 12 últimos puntos posibles.

El Mallorca arrancó la temporada con una filosofía equivocada. Querer presionar arriba y adelantar la defensa hasta el centro del campo requiere no sólo tener a dos centrales muy rápidos sino, sobre todo, disponer de una seguridad y confianza absolutas. Cualidades que a un equipo que venía de encajar 72 goles no le sobraban precisamente.

El desastre de las tres primeras jornadas, con tres derrotas y once goles encajados, tuvo mucho que ver con el discurso erróneo del entrenador. Discurso que se puso de manifiesto en toda su extensión en el partido de Copa ante el Alcorcón. El ridículo que hizo el equipo dejó a Oltra a los pies de los caballos.

Al día siguiente la decisión estaba tomada. Oltra estaba en la calle. Le salvaron las reticencias de Serra Ferrer a aceptar el cargo, algo que no hizo por puros motivos familiares. Sin embargo el director deportivo sabía que estaba en un callejón sin salida. O el equipo reaccionaba inmediatamente en Alicante o no le quedaba otro remedio que volver a sentarse en el banquillo. El sábado la expedición viajó sin Serra Ferrer, que se desplazó por su cuenta al día siguiente.

Pero en el Rico Pérez el Mallorca experimentó un cambio muy positivo. La defensa ya no jugó tan adelantada, el equipo acercó líneas y protegió a su portero como no lo había hecho en las tres primeras jornadas. Y sí, perdió dos puntos en el tramo final del partido, en el que le faltó el oxígeno, pero su evolución fue suficiente para darle a Oltra otro pequeño margen.

Desde entonces, dos victorias por la mínima y, lo que es más importante, portería a cero. Oltra se ha ganado crédito y, pase lo que pase ante el Zaragoza, seguirá en el banquillo. Otra cosa, por supuesto, es que el equipo volviera a entrar en un bucle de derrotas, pero su recuperación parece un hecho y, al final, lo lógico es que acabe imponiéndose la más sencilla de las reglas del fútbol profesional: quien tiene mejores jugadores gana muchos más partidos que quien no los tiene.(Tomeumaura)