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Los 254 días que había pasado desde su último partido en tierra batida, que fue en la final de Roland Garros contra Novak Djokovic, le pesaron a Rafael Nadal en su estreno en el Open 500 de Río de Janeiro, torneo en el que defiende campeón. El tenista balear, que perdería hoy el tercer puesto del ranking en favor de Andy Murray, necesita sumar victorias en Brasil. De hecho, necesita la final si no quiere ser adelantado el próximo lunes por el escocés.

La primera llegó ante Thomaz Bellucci, el mejor jugador de Brasil pero perdido en el puesto 64 de la ATP. Lejos quedan para la afición carioca los tiempos de Gustavo Kuerten aunque Bellucci les dio una alegría en la última eliminatoria de Copa Davis ante España. El tenista de Sao Paulo, zurdo como Nadal, pero también como Martin Klizan, Feliciano López y Michael Berrer, tres de los últimos cinco verdugos del español en el circuito, remontó por dos veces la desventaja de un break en la primera manga. Acabó claudicando por 6-4, más por sus propios fallos que por méritos del rival. En su casillero sobresalían cuatro dobles faltas, que serían seis a la conclusión del partido.

Dio igual que lloviera de manera ininterrumpida, el polvo de ladrillo del Jockey Club de Río aguantó y el público agradecía el agua ante el calor y la humedad presentes. En el descanso entre sets, los voluntarios secaban las líneas blancas que ya patinaban en demasía producto de la lluvia. Quien no patinó fue el campeón de 14 grandes, que cerró el marcador por 6-4 y 6-1, en 1 hora y 31 minutos. Marca.com