´Ser ultra es como un boxeador, estás en un ring y sabes lo que puede pasar´

17 diciembre 2014 | Por lorenzo | Categoria: Fútbol Regional

1418775224186Ponen dos únicas condiciones para aparecer en este reportaje: que sus rostros no aparezcan y que se les cite por iniciales, posiblemente inventadas. Por lo demás, J.T. y S.A., ambos mallorquines de 26 años y miembros de la Peña Mallorquinista Supporters, se explayan y retratan el mundo ultra, tan en boga por los sucesos acaecidos el pasado 30 de noviembre que acabaron con la muerte del miembro de Riazor Blues, Francisco Javier Romero Taboada.

Qué es un ultra. «Aficionados un poco más radicales a los que les gusta la juerga más que estar sentados en la grada», define J.T., el más hablador de los dos. «Estamos un poco a caballo entre lo que es la vida ultra, y a la que únicamente le gusta ir al estadio. Intentamos hacer compatible las dos opciones», añade S.A.

Ambos rechazan la asociación ultra-violencia. «No es verdad. Es una parte de este mundo, pero dentro de él puedes ser más o menos agresivo. Por el carácter de los mallorquines, tenemos más amigos que enemigos», afirma J.T. «Es que enemigos no tenemos ninguno», remata S.A. «Incluso amigos de aficiones enfrentadas entre ellas son amigos nuestros».

Escuchándoles, una vida ultra es toda una forma de vida. «No se reduce al domingo. El partido se vive durante toda la semana, lo preparamos. Hacemos los dibujos, jugamos a fútbol y otras actividades», explican.

Ubicados en la denominada La Curva del Iberostar, los Supporters y el Sitjar forman un grupo de unas 300 personas que con sus cánticos dan vida a un estadio sin alma. Cánticos sin insultos tras la nueva normativa que amenaza con expulsar de los estadios al que descalifique. Esta medida le parece a J.T. «una barbaridad. Conseguirán que los estadios se conviertan en un teatro. Los equipos pequeños acabarán con cien socios. Me siento identificado con Luis Enrique, que dijo que los campos se quedarán vacíos si aplican la medida a rajatabla. Todo está pensado para intimidar, para meter presión», lamenta.

Socios desde finales de los 90, consideran que cantar «Cerdà, cabrón, fuera de Son Moix», no es un insulto. «Para nosotros no lo es, para la Federación sí», responden al unísono. Lo que sí es verdad es que la medida de castigar la violencia verbal ha surtido efecto porque el domingo los Supporters ni tan siquiera cantaron el tan manido «Directiva dimisión». «Al final del partido lo comentamos y pensamos: ´Se nos ha pasado´. Solo dijimos ‘Baleares maricón´».

Dan por hecho que las palabras malsonantes contra Cerdà y Claassen se han acabado: «Lo que son insultos sí», coinciden refiriéndose al presidente, que en su día les denunció por meterse con su hija. ¿Y a Serra Ferrer? «Es que se borró desde hace tiempo», responde S.A. «La peña piensa que es el máximo responsable de la situación, pero también creemos que no lo ha hecho a propósito. Le ha reventado una bomba, pero hace meses que se ha retirado. Fue uno de los primeros a los que se pegó. Se le cantaba ‘Serra vete fuera, el Betis ya te espera’. Queremos que se vaya, donde quiera. Todos», añade J.T.

A los grupos ultras se les suele ligar a alguna ideología política. No es el caso de estos dos miembros de la Peña Supporters: «Yo personalmente soy de izquierdas, pero mientras yo no me meta con nadie y nadie conmigo ni con el Mallorca no ha de pasar nada», se anticipa S.A. «La única prohibición que nos imponemos es no llevar ningún tipo de insignia política. Y si la llevas, una chaqueta encima para que no se vea. En el campo solo queremos cosas de Mallorca y del Mallorca y, como mucho, alguna bandera española», remarca J.T. Cuando el Barça visitaba Son Moix se ha escuchado ´puta Barça puta Catalunya´, se les comenta. «La mayoría de la grada nos sentimos muy mallorquines. Y el catalanismo en general todo el mundo lo lleva mal. Somos de izquierdas y nacionalistas. Una persona que sea nacionalista balear lo entiendo, pero nacionalista catalán no tiene recibo en el fútbol. Y el Barça hace política con esto indiscriminadamente, por eso es al equipo que se le da más palo desde nuestra grada».

Se consideran pacíficos. «Somos gente amigable. Tendremos problemas con los que vengan a insultar. Tuvimos un roce con los de Osasuna, que estuvieron todo el partido insultándonos. Nos faltaron al respeto. Les preguntamos: ´¿Qué hem de fer?´. Salieron corriendo».

Aseguran que tienen una especial simpatía con peñistas del Colonia alemán. «Vienen a Mallorca cuatro o cinco veces al año». ¿Y qué dicen de Claassen? «Que hundió al Hannover, que casi le sacaron a navajazos y amenazaron a su familia», responden.

Su semblante cambia cuando sale a colación la muerte de Jimmy. «Para el movimiento ultra una muerte es algo muy triste», apunta T.J. «Para hacer un simil con el fútbol, es como si uno mete un plantillazo a otro. Te has pasado mucho. Puedes tener un enfrentamiento con alguien, pero eso es matar. Yo diría que una cincuentena iba bien arreglado, habían estado de marcha toda la noche. Las cosas no se arreglan así. Ser ultra es como un boxeador, estás en un ring y lo que pueda pasar lo tienes asumido. Lo que es inconcebible para nosotros es herir a un aficionado sin ningún motivo. En nuestro mundo, cuando hay una pelea está regida por unas reglas. Por ejemplo, el día del Frente Atlético me tumbaron al suelo con una silla y se pararon. Pensaba que me mataban», afirma todavía con el miedo en el cuerpo. Por último, lamentan que la relación con el Mallorca sea ahora «nula». «No tenemos nada que negociar con esta gente. El club se merece otra directiva». Eso sí, tienen claro que el Mallorca «es un sentimiento de seis mil personas». que acuden al campo. No puedo estar en otro sitio que no sea en el campo si está jugando el Mallorca. Tengo que cambiar turnos en el trabajo para poder ir.

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