El fútbol femenino, contra la «nube tóxica» del masculino

17 noviembre 2021 | Por lorenzo | Categoria: Fútbol, Fútbol Nacional
La incapacidad de los clubes, con Madrid, Barça y Athletic haciendo frente común, para consensuar unos estatutos mantiene a la Primera Iberdrola en un limbo | El CSD, en su papel de juez, apela al entendimiento mientras las jugadoras y AFE alzan la voz por el enquistamiento del proceso y sopesan declarar una huelga

El 25 de septiembre de 2020, la entonces presidenta del Consejo Superior de Deportes (CSD), Irene Lozano, anunciaba a bombo y platillo que la primera división del fútbol femenino español pasaría a tener la consideración de liga profesional a partir de la temporada 2021/22. Un hito histórico, dado que hasta ahora solo ostentan esa consideración la Primera y Segunda de fútbol masculino y la ACB de baloncesto. Meses después, el pasado 15 de junio, ya con José Manuel Franco al frente del deporte español, la comisión directiva del CSD ratificaba la decisión por unanimidad. Tras año de lucha, la ahora llamada Primera Iberdrola pasaba a ser una liga profesional. O no.

Porque cinco meses después de que se alcanzara oficialmente ese punto de inflexión, la liga femenina continúa anclada en un limbo entre el amateurismo del que procedía y el profesionalismo que se supone que ya ha alcanzado, pero que solo existe desde un planteamiento teórico, apenas sobre el papel. Para culminar el proceso, el CSD instó a los 16 clubes que forman este curso la competición a consensuar unos estatutos que rijan la nueva liga que, al igual que la LaLiga o la ACB, estará gobernada por una empresa privada propiedad de los clubes participantes. Hasta el momento, ese consenso ha sido imposible.

División

12 clubes presentaron una propuesta conjunta ante el CSD, mientras que otros tres apostaron por otro articulado diferente: Real Madrid, Barcelona y Athletic. Sí, son los mismos que se han desmarcado del proyecto del acuerdo entre LaLiga y CVC. Y, por supuesto, esto no es casualidad. El resto de clubes, salvo el Madrid CFF, que va por libre, forman parte de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF), una agrupación creada en 2015 al abrigo de LaLiga, en los tiempos en los que Ángel María Villar estaba al frente de la RFEF. Al ex dirigente bilbaíno no le interesaba lo más mínimo el fútbol femenino y cedió todo el control de la competición a la ACFF.

La llegada de Luis Rubiales al poder federativo en 2018 cambió el escenario. La RFEF era la entidad organizadora de la competición y el actual presidente se esmeró por recuperar el control del fútbol femenino que por ley le correspondía. Real Madrid (tras la adquisición del Tacón en 2019), Barça y Athletic le secundaron, trasladando al fútbol femenino el enfrentamiento que se vive desde hace años en el masculino y orillando a la ACFF, pese a que esta asociación se esmera en declararse desmarcada de las guerras entre LaLiga y la RFEF.

Falta de consenso

Y así, retomando la narración cronológica, se llega al verano, cuando sobre la mesa del Gobierno confluyen dos propuestas diferentes de estatutos. La ACFF defiende que la suya cuenta con un respaldo muy mayoritario (12 clubes de 16, el 75%) que considera suficiente para que sea aprobada. El CSD, en cambio, lanza una advertencia clara a los clubes: solo aceptará una propuesta consensuada y unánime de los 16.

«No podemos permitir que la nube tóxica que envuelve al fútbol masculino se traslade al femenino. Si este proyecto nace herido, acabará siendo malo para todos. Nuestra obligación, ajenos a todo tipo de presiones, es buscar el consenso«, argumentan fuentes del Gobierno, que remarcan el «esfuerzo ímprobo» que se está haciendo desde el CSD, «con media casa parada y poniendo 31 millones de euros sobre la mesa para que cristalice un acuerdo».

¿Pero cuáles son los obstáculos para el consenso? Según explican a El Periódico de España fuentes conocedoras de la negociación, la clave está en el deseo de Real Madrid, Barcelona y Athletic de conservar los derechos individuales sobre sus activos comerciales, principalmente, sobre sus jugadoras. En la práctica, este punto hace referencia a la cesión de futbolistas para actos comerciales de la nueva liga y sus patrocinadores, a las traseras utilizadas en las entrevistas post partido, la comercialización de la llamada ‘U televisiva», incluso a álbumes de cromos… Los tres clubes quieren mantener la última palabra sobre este tipo de asuntos.

Poder de arrastre

En los últimos días ha habido acercamiento entre las partes enfrentadas. Los clubes de la ACFF defienden que cuestiones como las descritas deben reflejarse en los estatutos para su gestión comunitaria, pero han abierto la mano a ceder en algunos puntos y encauzar así la situación con los tres clubes, que pese a su inferioridad numérica se saben en una posición de cierta fuerza por el poder de arrastre que tienen: no vale lo mismo una acción publicitaria de un patrocinador con camisetas del Barça y del Madrid que sin ellas.

Pero la realidad, pese a que existe mayor optimismo que hace unos días, es que la solución definitiva no termina de llegar y eso está generando perjuicios graves para las jugadoras, los clubes y la propia competición. Para empezar, muchos de los partidos no se ven en televisión por la retirada de Mediapro ante la inestabilidad de la competición y por la negativa de la mayoría de clubes de la ACFF de aceptar la solución transitoria planteada por la RFEF, que mantiene el control sobre la liga de forma transitoria hasta que culmine el proceso de profesionalización.

Falta de ingresos

Este apagón resta visibilidad y capacidad de crecimiento al fútbol femenino y también, y no menos importante, ingresos. Los clubes que cuentan con el respaldo de un equipo masculino en LaLiga lo pueden soportar, pero otros como el Sporting de Huelva o el Granadilla Tenerife están llegando a su límite. Mención aparte merece el Rayo Vallecano, que pese a contar con un presupuesto superior a los 50 millones de euros mantiene a sus jugadoras en una situación deleznable: no les paga, no les proporciona servicios médicos, no tienen gimnasio…

«Esto ya no es solo una cuestión económica o de derechos, ya es un problema de salud. No podemos tolerar que una jugadora se dé un golpe en la cabeza y no haya un médico que le atienda», denunció este martes la jugadora del Atlético, Amanda Sampedro, sobre su compañera del Rayo Camila Sáez, que en su partido contra el Athletic del pasado fin de semana sufrió un traumatismo y tuve que ser atendida por el médico del equipo vasco, con el agravante de que el partido disputaba en Madrid, no en Bilbao.

Amenaza de huelga

«No tenemos unos mínimos que sí tendríamos con una liga profesional», añadió Sampedro durante una rueda de prensa en la sede de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), junto a otras 13 jugadores de diferentes equipos. No hubo ninguna de Madrid, Barça y Athletic, algo que el secretario general del sindicato, Diego Rivas, justificó afirmando que algunas futbolistas no habían podido acudir «porque tienen Champions o entrenamientos», pero asegurando que se había celebrado una reunión previa y que «todos están informadas«.

Llegados a este punto, cinco meses de espera, las jugadoras ya se plantean la convocatoria de una huelga, tras haber realizado el pasado fin de semana un parón de 30 segundos tras el pitido inicial de los partidos, a modo de protesta. «Tenemos el ‘timing’ y el calendario en la cabeza, pero depende de varios factores. Esperemos no llegar a eso», aseguró Rivas preguntado por el límite que se fijan antes de recurrir a una huelga que esperan no tener que convocar, pero que la incapacidad de los clubes para ponerse de acuerdo puede acabar siendo inevitable a ojos de las futbolistas.

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