Editorial; ¿Por qué nos gusta tanto este deporte?

17 enero 2014 | Por lorenzo | Categoria: Previas

IMG_2585El mundo del deporte es un microcosmos, una miniatura de la sociedad humana. Este es su atractivo. Un equipo de fútbol es una sociedad en pequeño. El buen deportista está mas preparado para afrontar la vida porque se ha tenido que enfrentar a situaciones similares en el deporte: jugar en equipo, saber escuchar, superar las adversidades con optimismo, respetar, obedecer, conseguir las cosas con esfuerzo, ser honrado, etc. 

Me contaba ayer un padre preocupado lo que le había sucedido a su hijo: tras recibir varias faltas consecutivas en un partido, en la última ocasión quedó derribado en el suelo con bastante dolor. El árbitro no pitó falta y su hijo lloraba más de rabia que por el dolor que sentía. Siguió jugando mientras seguía llorando y a la vez gritando a sus compañeros  que estaban asustados porque no sabían si se encontraba mal o no. El padre preguntaba si tenía que hacer algo en esta situación. Por supuesto que no se refería a hablar con el árbitro o el entrenador.

El fútbol tiene estas situaciones tan impresionantes que curten a nuestros hijos si son capaces de llevarlo con la calidad humana necesaria. El padre me preguntó cómo hay que actuar ante situaciones como esta. La respuesta fue contundente. No le comentes nada hasta que haya pasado bastante tiempo y un día, sin que él se lo espere, puedes felicitarle por su gran actitud ante la injusticia, ante la incomprensión. En la vida, no puede uno rendirse ante las dificultades que se vaya encontrando y él ha demostrado que está entrenado para esto. Las lágrimas son algo superficial pero el esfuerzo y la lucha que demostró en aquel momento lo dicen todo. Que estás muy orgullosos de él. Nada más.

De todo esto, queremos resaltar el concepto de educador deportivo cuya misión no se centra únicamente en ganar partidos sino en formar personas aprovechando las situaciones cotidianas que nos ofrece el deporte. Ese es el motivo por el que a los entrenadores los llamamos profesores en la Fundación Marcet. Deseamos que quede claro que no se preocupan únicamente de sus piernas sino de la persona al completo. Que tiene en sus manos una enorme responsabilidad que no podemos ocultar. Y precisamente no se trata de ganar ligas lo que está en juego sino la de formar personas para enfrentarlos a una sociedad muy complicada.

Nos encontramos ante una grave responsabilidad:  ser capaces de enfocar el deporte de esta forma y conseguir realizar una labor muy positiva en estos deportistas, superior a cualquier otra en la actualidad. El niño deportista tiene la oportunidad de poner en práctica, todo aquello que se le ha enseñado de forma teórica, en una situación real y que luego será capaz de aplicar en la propia vida, por tenerlo ya muy bien asumido. Son experiencias que calan profundamente en los espíritus juveniles.

Podemos decir, por tanto, que el deporte es una escuela de virtudes que permite al deportista ser mejores de una forma integral. Es preparación para la vida.

El buen deportista es optimista, es batallador, tiene confianza en su entrenador que le prepara y dirige, respeta a los demás, es honrado y posee un alto sentido de responsabilidad y de justicia. El que se quiere servir del esfuerzo de los demás para realizar su juego individual es rechazado por el equipo.

En la sociedad te encuentras lo mismo. Si quieres triunfar, debes saber trabajar en equipo. Los triunfos en las actividades de equipo son reflejos de sociedades bien organizadas.

El deportista se afana para superarse constantemente, se exige ser mejor. El triunfo de hoy no es garantía para el de mañana. El figurar en cabeza puede ser solo cuestión de pocas horas, pronto, al menor descuido, vendrá otro con más méritos a desbancarle. No se mantiene nadie en una perpetua buena forma si no se cuida. La misma situación que se va a encontrar en su vida personal y profesional.

El deporte es simpatía, palabra que significa sentir con los demás, apenarse y alegrarse con el compañero. El triunfo o la derrota de un equipo lleva consigo la alegría o la pena para los jugadores y sus seguidores. La práctica del respeto al no burlarse de un compañero menos capacitado que él, es una buena escuela de lo que mañana hará con las personas más necesitadas. El deporte fomenta el respeto mutuo y ayuda a ver el lado bueno de los demás.

En el deporte existe igualdad de oportunidades. El triunfo puede sonreír a cualquiera de los participantes: es esa igualdad que la sociedad civil reclama y reconoce como uno de los principales derechos del hombre.

Ayer tuve la desagradable experiencia de observar una actitud antideportiva en un niño de 9 años. El jugador del equipo contrario entró con fuerza a nuestro joven jugador y éste, molesto por la entrada y por perder el balón en el lance, aprovecha que está de espaldas para darle una patada y derribarle. El árbitro, inmediatamente le saca tarjeta amarilla (quizá algo benévolo por ser una acción muy antideportiva) y el entrenador desde la banda le indica que lo que ha hecho está mal. ¿Es eso suficiente? Pienso que no. Con una acción de este tipo, un jugador está manchando a un club que defiende unos valores muy importantes. Le sugerí al entrenador que sacara al niño del partido. No se merecía seguir jugando. Tampoco era el momento de explicarle más porque es un niño y necesita aclararse un poco. Hay que encontrar el momento adecuado para explicarle las cosas con calma. A veces, el ritmo del partido y las ansias de victoria no nos dejan ver bien el horizonte y nos ponemos excusas que no nos permiten ser objetivos en nuestro discurso, en nuestra forma de actuar. Hemos de tener claro lo que realmente queremos conseguir con nuestros deportistas y actuar siempre con la coherencia que se espera de nosotros.

Es necesario corregir los brotes antisociales que pueden surgir en la practica de los deportes: mentiras y engaños, trampas, excesivo aprecio de los fuertes y menosprecio de los débiles, individualismo, exhibicionismo, etc. Y, sobretodo, conservar como un importante galardón la honestidad, el esfuerzo y el compañerismo dentro y fuera del terreno de juego.
Escuela de Fútbol Fundación marcet

Comentarios cerrados