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MIAMI.- El mundo no es el mismo que hace 13 años, pero mantiene una única constante: el protagonismo compartido entre Roger Federer y Rafael Nadal , quienes este domingo protagonizarán el capítulo 37° del clásico que definió al tenis durante la última década, el tercero en esta temporada.

Key Biscayne , escenario de la próxima final, es uno de los puntos neurálgicos en la rivalidad entre Federer y Nadal: hace 13 años fue testigo del primer duelo entre ambos y 12 meses después presenció como se disputaban la primera de sus 22 finales entre sí.

Nadal dio el batacazo en 2004, cuando aún era tan sólo un jugador fantástico en polvo de ladrillo. El primer título se lo llevó Federer por 2-6, 6-7 (4-7), 7-6 (7-5), 6-3 y 6-1 en una final épica tras remontar una desventaja de dos sets cuando las finales de los Masters 1000 aún se jugaban al mejor de cinco parciales.

Cuando el tenis creía que las carreras de Federer (35 años) y Nadal (30) estaban llegando a su fin, ambos irrumpieron otra vez en un circuito que los tiene como líderes del ranking anual por encima de Novak Djokovic, Andy Murray y una nueva camada cada vez más afianzada en el tour. Quien celebre mañana además escalará hasta el cuarto puesto en el ranking ATP, al acecho del tercer escalón que custodia Stan Wawrinka.

Sus primeros meses de 2017 han sido auspiciosos, aunque a la sombra del obnubilante regreso de Federer: alcanzó las finales del Abierto de Australia y de Acapulco, cayó en Indian Wells frente al suizo y luchará por el título en Miami.

«La final es una gran noticia para mí. Son muchos puntos y mucha confianza antes de empezar la temporada de polvo de ladrillo. Es una forma fantástica de terminar la temporada de pista dura», analizó.

Nadal alcanzó la instancia cúlmine después de eliminar a Fognini por 6-1 y 7-5 en una hora y media de juego. En condiciones realmente adversas -30º de calor, una humedad del 70% y un viento que reapareció para complicar a ambos-, el manacorí brilló durante el primer set y quebró al italiano en el momento decisivo del segundo parcial. Fognini, quien cometió 35 errores no forzados, apenas entregó momentos de su irregularidad brillantez.

«Jugué un buen primer set, él cometió errores, pero yo lo que hice lo hice bien: fui agresivo, dominé con mi servicio. En el segundo cometí algunos errores. Él es un rival que tiene un gran talento, que en cualquier momento puede hacer un clic y cambiar de nivel. El día no estaba fácil, había viento. Además es difícil jugar contra él, tiene un golpe fantástico tanto de revés como de drive. Es capaz de generar golpes ganadores de cualquier lado. No querés llegar a momentos complicados porque si se inspira sabés que vas a sufrir. Hay momentos en los que es brillante y uno tiene que estar preparado», comentó Nadal.

El español intentará conquistar uno de los pocos títulos que se le han escurrido de entre las manos durante su carrera: jugó cuatro finales en Miami y nunca pudo levantar el trofeo. Para sacarse el estigma primero tendrá que vencer a Federer, quien ya lo venció en la emotiva definición del Abierto de Australia y que lo vapuleó en Indian Wells.

Federer es el protagonista de uno de los regresos más extraordinarios e inesperados de la historia del tenis: tras seis meses de inactividad por una lesión en la rodilla izquierda, retornó al circuito, se consagró en Melbourne, repitió en Indian Wellls e intentará festejar en Miami tras derrotar al talentoso Nick Kyrgios por 7-6, 6-7 y 7-6.

El suizo pudo recuperarse físicamente tras la gran batalla frente al checo Tomas Berdych y superó al australiano, uno de los máximos exponentes de la nueva camada, desplegando otra vez una de las mejores versiones de su carrera.

Hace 13 años, Facebook apenas daba sus primeros pasos hasta transformarse en un boom social, Twitter aún no existía y Donald Trump solo era un magnate que despedía gente en un reality show, pero Federer y Nadal ya animaban el circuito. Trece años después, volverán a hacerlo, otra vez en Key Biscayne.

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