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El conjunto de Javier Calleja impuso su pegada ante el Espanyol sobre el césped de Almuñécar ganando en la prórroga

Las finales no se juegan, sino que se ganan, pero Espanyol y Villarreal han querido ganar la Copa de Campeones jugando muy bien al fútbol y el espectáculo ofrecido ha deparado un extraordinario partido de fútbol que sólo ha podido decidirse en el tiempo suplementario.

Al final, en una emocionante el color amarillo característico del Villarreal le ha valido como maillot de líder entre todos los equipos juveniles de España, vencedor de la XXI edici´on del torneo.

Los castellonenses se han impuesto en la XXI edición de la Copa de Campeones añadiendo este título a su palmarés después de una disputada final celebrada en la localidad granadina de Almuñécar.

El conjunto de Javier Calleja supo imponer su talento desde el pitido inicial apoyado en el baluarte que representa su defensa y en la capacidad ofensiva de futbolistas como Mario González, máximo goleador del torneo, y que adelantaba a los suyos cuando sólo transccurrían tres minutos de juego.

Los villarrealenses supieron asentar su triunfo en dos zarpazos en forma de goles durante los primeros 25 minutos de juego y luego decidir en la prórroga

Un rápido contragolpe ejecutado a la perfección valía el primer tanto que hizo ganar en confianza a los villarrealenses. Rubén Ulaloloca tiuvo que emplearse a fondo en un par de ocasiones antes de que la estrategia jugase también a favor de los campeones.

Cuando rondábamos los 25 minutos un cabezazo de Genís Montolio (ex del Espanyol) valía el segundo tanto del encuentro para el Villarreal y una ventaja suficiente que a partir de ese momento supo ser administrada por los de Javier Calleja.

Los periquitos reaccionaban de inmediato, pero esta vez el acierto no estaba de su parte con el guardameta rival, Ximo Miralles multiplicándose en sus meritorias y decisivas intervenciones.

Los cambios de David Gallego decantaban el dominio del lado catalán durante la segunda parte, y el Espanyol gozaba de sus ocasiones con un Villarreal peligroso a la contra.

Fue entonces cuando surgió la figura milagrosa encarnada en Eric Ramón Gracia que ingresaba a falta de menos de media hora para la conclusión y su oportunismo ponía patas arriba la final.

El tanto de la esperanza para los blanquiazules llegaba a tres minutos de la conclusión con un lanzamiento de Víctor Campuzano que dio emoción al tramo final hasta que Gracia llevó la locura a los aficionados blanquizules con un cabezazo en, prácticamente, la última jugada del encuentro.

De esa manera el choque se iba abocado a la prórroga y en ella como en las carreras hípìcas, el jinete que venía remontando por detrás parecía decidido a terminar de ganar la carrera.

De nuevo emergió el capitán amarillo Ximo Miralles en varias ocasiones, sosteniendo a un Villarreal mermado por la expulsión de Genís Montolio, pero que en los últimos minutos de la prórroga contó con un cabezazo definitivo del uruguayo Mathias Rodríguez para llevare el título a casa.

Así, el Villarreal, que ya había perdido una final de la Copa de Campeones ante el Espanyol siete años atrás, se sacaba la espina alzando su primer título al cielo granadino.

FICHA TÉCNICA