Amigos, que no compañeros

29 marzo 2013 | Por lorenzo | Categoria:
De todos los compañeros te llevas algo bueno, de cada uno de ellos aprendes algo, ya sea cómo comportarse o cómo no hacerlo.
Muchos compañeros en cada club, en cada temporada, cada uno de su ciudad, cada cual con sus costumbres, sus puntos de vista
 De cada equipo te puedes llevar un AMIGO. AsĂ­, en mayĂșsculas, quizĂĄs dos o incluso tres por temporada, de los que tienes para toda la vida; con ellos son con los que me imagino compartiendo una buena comida dentro de quince años en su nueva y por fin fija residencia, sedentario y con algĂșn kilo de mĂĄs, alejado ya del fĂștbol, una charla aderezada con una buena carne y buen vino, ÂĄcomo Dios manda! De aquellas que tanto nos hemos privado (independientemente de haber llegado mĂĄs arriba o mĂĄs abajo). OlvidĂĄndonos de la bĂĄscula y su consecuente multa el lunes de ese preparador fĂ­sico obsesionado con los porcentajes de grasa.
Todas las experiencias se volverĂĄn mĂĄs nĂ­tidas con el tiempo. Y gracias a nuestra memoria selectiva positiva, te quedarĂĄs sĂłlo con lo bueno. Lo malo serĂĄ menos malo visto desde otra perspectiva: la de la lejanĂ­a en el tiempo. Es entonces cuando verdaderamente te das cuenta de que los problemas no eran tan graves como en su momento pensaste. Al fin y al cabo lo que pasa no es lo importante, sino cĂłmo tĂș reaccionas a eso que pasa. Hasta alguna de nuestras peores experiencias, con el tiempo, se transformarĂĄn incluso en la mejor anĂ©cdota. Una de aquellas historias que al recordarla nos harĂĄ soltar una carcajada o al menos una amplia sonrisa. Se suele decir ademĂĄs que el tiempo lo cura todo, pero por desgracia en otras ocasiones tambiĂ©n lo borra. Con esto me refiero a los amigos, que en aquel momento creĂ­as que lo eran, o de aquel jugador que era mĂĄs que un compañero, aquellos “hermanos” o ‘bros’(de brother) que estĂĄ de moda en la jerga futbolĂ­stica.
DespuĂ©s de tanto vivido en el fĂștbol junto a compañeros de fatigas, amigos -y casi hermanos-, con los que pasas horas, dĂ­as, entrenos y concentraciones, victorias y derrotas
 compartes alegrĂ­as y penas dentro y fuera del vestuario, momentos anĂ­micos futbolĂ­sticos o personales de debilidad o euforia. Aunque sean de simple rutina, horas muertas de conversaciones fluidas, de pasados, presentes y planes futuros, ese amigo leal es siempre un apoyo. ÂżQuiĂ©n mejor que el que estĂĄ en tu mismo barco, que rema en la misma direcciĂłn, que tiene los mismos miedos, ambiciones o problemas que tĂș te van a entender, aconsejar o alentar si la situaciĂłn lo requiere?
Pero llega junio, fin de temporada. Ley de vida, cada uno toma su ruta de viaje. El destino te lleva más cerca o más lejos, y por supuesto, hay que vivir el presente. La distancia aleja y cada uno sigue su camino. Pero, ¿de verdad se puede pasar de “hermano “ a desconocido en tan poco tiempo?
Pensaba que lo difícil de alejarse era todo lo que dejabas atrás: familia, novia, amigos
 pero no son casos aislados. Siempre se dice que los futbolistas son egoístas, que sólo miran por sus intereses del aquí y el ahora, que la vista no da lo suficiente para vislumbrar más allá de la próxima portada o del próximo contrato. Este es el mayor ejemplo. Estos hechos que en un principio me parecían aislados, pasaron a convertirse en una realidad tangible y frecuente, o al menos más frecuente de lo que debería. Es una falta de respeto para con tu memoria, una demostración de no sentirte agradecido con tu propio pasado.
Escuché alguna vez que para no decepcionarse lo mejor era no entusiasmarse, Sin embargo, el entusiasmo es el motor que nos mueve
 ¥Qué contradicción!
-ÂżPrepararse para lo peor esperando siempre lo mejor, no?
-No, gracias.
-Dime, cuando te retires: ÂżQuĂ© te quedarĂĄ en el fĂștbol?
-Dime, ¿Quién se acordarå de ti? ¿el representante, el periodista, el presidente de aquel club al que diste tanto y te estaba tan agradecido?
Valora mĂĄs los trofeos que te llevarĂĄs en forma de experiencia, de aquella medalla invisible de buen compañero que te cuelgan cada vez que alguien se acuerda de ti. La fama, al igual que el prestigio, son efĂ­meros. Como tambiĂ©n son los contratos, los honores, el reconocimiento, hasta el dinero. Todos ellos con fecha de caducidad, bastante mĂĄs prĂłxima de la que te puedes llegar a imaginar cuando te ves en la cresta de la ola. No pasa lo mismo con la amistad. ÂżDe verdad crees que se paga con dinero poder saborear esa comida y esos recuerdos cuando juntos recordĂĄis aquellos detalles ya olvidados? No hay paladar que se resista a volver a ambientar por unos momentos ese play-off, esa charla inolvidable del “Mister”, la mayĂșscula bronca en el descanso, que a tu viejo amigo le venga a la mente esa curiosa anĂ©cdota que de tu memoria parecĂ­a ya evaporada.
Ese es el verdadero palmarĂ©s que te queda como persona. Ese, y no el que refleja la wikipedia. Las experiencias vividas, los lugares conocidos, pero sobre todo los amigos que perduran, “lo bonito del fĂștbol “ como tantas veces te decĂ­an los veteranos de guerra, aquellos que tanto te enseñaron.
Con el tiempo te das cuenta de que así como hay compañeros que sobrestimabas, hay muchos otros que subestimabas, y vuelve a ser el tiempo el que quita y otorga la razón a unos y a otros.
Por supuesto, las mayores decepciones de tu carrera huelen a cĂ©sped, incluso mĂĄs a despachos. Se destilan en forma de compañeros, clubes o agentes. Pero tambiĂ©n las alegrĂ­as, por cortas que sean, se vuelven incluso mĂĄs intensas con el tiempo
 ÂĄquĂ© suerte tener memoria selectiva positiva! De ahĂ­ el “todo tiempo pasado fue mejor”. No porque antes hubiera cosas menos malas, sino porque afortunadamente esas son precisamente las que olvidamos.
Déjame darte un pequeño consejo si soy quién para hacerlo:
Que nadie te pueda recriminar que has sido un mal compañero, un soberbio, un agrandado o un egoĂ­sta. PreocĂșpate por poder ayudar mĂĄs al de al lado. No es tu competencia. Que dentro de 20 años puedas mirarles a todos con la cabeza bien alta, y puedan decir bien alto y claro aquel tĂ­pico tĂłpico de: “buen jugador y MEJOR persona”. Y recuerda: lo que une el fĂștbol que no lo separe la distancia.
Hasta pronto amigo, que no compañero.

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