La Cuesta de Enero en los Entrenamientos

16 enero 2013 | Por lorenzo | Categoria:

Tradicionalmente los entrenadores y sus preparadores físicos construían planificaciones anuales que dividían en cuatro fases diferenciadas. La pretemporada, la temporada, el parón navideño –mini pretemporada– y el resto de temporada.

Tradicionalmente los entrenadores y sus preparadores físicos construían planificaciones anuales que dividían en cuatro fases diferenciadas. La pretemporada, la temporada, el parón navideño –mini pretemporada– y el resto de temporada.

Esta planificación se sustentaba en varios mitos que afortunadamente van quedando en evidencia con el paso de los años como, por ejemplo, que en la pretemporada había que llenar el depósito para toda la temporada –en términos físicos–. También destacaban estas construcciones técnicas en la visión reduccionista de que el rendimiento era la suma de la preparación física, la técnica, la táctica y la psicológica, e incluso algunos entrenadores llegaban a darle un porcentaje de importancia a cada uno de estos factores que en realidad son imposibles de disociar.

Una de las máximas en la metodología tradicional eran los famosos picos de forma, algo lógico ya que entonces los métodos de entrenamiento de deportes colectivos eran influenciados o incluso copiados de métodos de entrenamientos individuales en los que además se entrenaba durante un período muy largo de tiempo para competir durante un período cortísimo de tiempo.

Bajo esos parámetros se entendía la pretemporada y el parón navideño como los tiempos para llenar el depósito entre septiembre-diciembre y enero-mayo y por tanto se aprovechaba estas semanas para hacer mini pretemporadas para recargar las pilas. El objetivo era diseñar entrenamientos más físicos, de mayor intensidad, buscando mucho volumen para (sobre)cargar las piernas.

Sin embargo, entendiendo la complejidad del juego y del deportista, no estamos de acuerdo en diseñar planificaciones bajo parámetros físicos porque entendemos la importancia de la globalidad y la mezcla de factores y, sobre todo, porque entendemos que la forma del futbolista no es física sino global.

Por eso entendemos este período de entrenamientos como un momento para rebajar la tensión, disminuir la complejidad de las tareas, reforzar los conceptos relacionados con la organización que mejor domina el equipo e ir aumentando progresivamente la intensidad y la exigencia de las sesiones.

De esta forma, no solo no entendemos el parón navideño como una mini pretemporada, sino que lo entendemos como un período de mayor descanso que los ciclos competitivos.

Las razones:

  1. El jugador viene de un ciclo de estrés en el que acumula 15/20 partidos de competición oficial, rendimiento obligado, entrenamientos específicos, sesiones de vídeo, diferentes estados de ánimos, etc. Esto genera fatiga cognitiva.
  2. Al producirse un parón de competición e incluso de entrenamientos por la Navidad, a la vuelta, el jugador que ha dejado de competir necesita un tiempo para volver a tener la cabeza centrada en el deporte. El jugador ha desconectado, ha bajado el ritmo, ha invertido su tiempo en otras cosas y, por tanto, a la vuelta de los entrenamientos no estará preparado para ofrecer un rendimiento como el anterior al parón. Por eso optamos por disminuir la complejidad de las tareas y reforzar conceptos que conocemos en vez de tratar de exigir asimilar principios de juego que no dominamos (porque correríamos el riesgo de saturar al jugador, exigir niveles de concentración a los que debido al parón no alcanzarían y porque entendemos que no es el momento más idóneo para que asimilen bien estos conceptos).

Son estas las razones por las que entendemos que la mejor manera de recargar las pilas y preparar al equipo para lo que resta de temporada es optando por el descanso, por reforzar ideas básicas en nuestro modelo de juego, porque disfruten entrenando, teniendo el balón, jugando y sintiéndose libres con el objetivo de no saturarles en momentos de no competición y poder buscar exigencias mayores en los momentos de competición en los que cada partido nos jugamos tres puntos.

Editorial de Fernando Roncero

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