¡Dejadlos crecer! por Toni Toscano

30 octubre 2012 | Por lorenzo | Categoria:

De las cosas más agradecidas que tiene entrenar en la base es ver la evolución de los jóvenes futbolistas. De las más desagradables, no es solo soportar a los padres de los jugadores, sino ver como muchos de ellos estropean la carrera deportiva de sus hijos. La carrera de un joven jugador está repleta de agradables momentos y de muchos otros adversos que los deportistas deben sortear en su camino. Ningún logro es fácil y los chicos deben aprender a disfrutar y saborear los buenos momentos y a superar las adversidades, que forman parte de su crecimiento y de su proceso de aprendizaje y formación. Un futbolista debe ser consciente desde una temprana edad que las cosas tienen un precio y que en la vida cualquier meta conlleva convivir con situaciones agridulces. Hoy día,  parece que la juventud no puede madurar a base de palos como cualquier mortal, parece que no pueden sufrir y entender que la vida no es toda de color de rosa. Es parte de su crecimiento deportivo y personal caerse y levantarse las veces que haga falta, eso los hace más fuertes. Deben aprender a afrontar sus problemas, a convivir con ellos y a ser capaz de superarlos por sí solos desde la humildad, el sacrificio y el esfuerzo.

Es cierto que los padres deben estar presentes en la educación deportiva de su hijo pero se confunden con ese exceso de protección que hace que pierdan independencia, que maduren más tarde y que sean blandos ante los problemas que se les presentan. La mayoría de padres opta ante la adversidad de su hijo por hacerle creer que el mundo está contra él y que su situación es una verdadera injusticia (aunque solo lo crea él como padre y el hijo a base de ser condicionado por los constantes argumentos de su padre).  Al menor obstáculo los inducen a rendirse. En muchos casos, la solución ante dos o tres suplencias es proponerle pedir la baja o directamente pedirla él sin consultar con el chaval. Irse a otro equipo donde realmente valoren las grandes cualidades de su hijo que el míster de turno no es capaz de ver. Es triste ver a un jugador de catorce, quince o dieciséis años que a vestido cinco o seis camisetas de diferentes clubs en busca de aquel entrenador que finalmente valore justamente su valía.

Un futbolista se endurece superando sus adversidades. Es necesario que sufran en el banquillo o fuera de la lista para entender que para jugar su actitud y su rendimiento deben ser óptimos, y si fuese necesario hacerles entender que su rol en el equipo por la competencia que tiene es otro que ser titular cada semana. En una sociedad en la que nos venden que para ser feliz hay que ser rico y exitoso no es fácil entender este argumento, sin embargo en la vida fracasamos más de lo que triunfamos, por tanto no sería mala idea que los jóvenes entendieran que a veces se gana y otras se pierde. Se les debe enseñar a hacer autocrítica, a que aprendan a superarse, a que sean conscientes de sus limitaciones y a saber que las cosas cuestan y los obstáculos forman parte de su proceso de formación como persona y como deportista.

Somos el único mamífero que sigue bebiendo leche después de la lactancia y el animal que más tarda en salir del nido, volar libremente y ser independiente. Algo hacemos mal cuando seguimos patrones diferentes a la naturaleza. No sería mala idea dejar que si se caen del nido en su primer intento de vuelo se espabilen, se levanten solos y sigan su camino cayéndose y levantándose como todo hijo de vecino. Es conveniente estar pendientes de su educación pero desde el realismo y dándoles la autonomía que necesitan. Se les debe orientar pero desde el sentido común. Y aparcar las frustraciones personales e intentar que éstas no interfieran en la carrera deportiva de los futbolistas. En fin, dejarlos crecer en paz.

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